Para el ser humano siempre fue atractiva la idea de poder registrar lo que ven sus ojos, guardarlo, conservarlo y poder compartirlo con otros. La fotografía atravesó una evolución rápida pero muy compleja, con sistemas muy diferentes desde la cámara oscura hasta nuestros días, pasando por el daguerrotipo y por la llegada de las cámaras Kodak. Durante las primeras fases, el proceso de registro de imágenes era lento y engorroso.
Conseguir un retrato de alguien obligaba al modelo a posar completamente inmóvil durante ratos interminables, por causa de la larguísima exposición necesaria en aquellos prototipos. Los equipos fueron enormes y pesados durante decenios, además de tremendamente complicados. En esos tiempos la fotografía era cosa de muy pocos y de muy expertos.
Todo eso cambió a partir del siglo XX, con un estallido de la cultura de masas de la mano de la revolución de la fotografía. Un nombre para esta nueva era es George Eastman que, cuando lanzó al mercado su cámara Kodak Brownie, abrió de par en par la puerta de la masificación fotográfica. Hasta ese momento, cualquier persona interesada en hacerse una foto debía acudir al estudio de un profesional. A partir del invento de Eastman, cualquiera podría adquirir un aparato Kodak y tomar una fotografías. Entonces, ¿cuán importante ha sido este hecho para la sociedad contemporánea tal y como la conocemos? Resulta difícil de calcular.
El siguiente paso desde el inicio de la fotografía hasta Instagram está claro. Sucedió en 1990 y le llaman Internet. Así es, las ya bastante populares computadoras personales se interconectaron con servidores de todo el mundo mediante una red informática mundial con el objetivo de compartir información. Y el mundo cambió. Al mismo tiempo comenzaron a surgir las cámaras digitales (de aquellas a un precio inalcanzable para el gran público). En esta altura, la empresa Kodak seguía viviendo en un contexto de éxito y tranquilidad, sin saber que veinte años más tarde ya no conseguirían colocar carretes de fotos en el mercado (tan obsoletos en tan solo dos décadas). Y la empresa fotográfica tradicionalmente más importante acaba en quiebra.
A partir de ahí, todos hemos asistido a lo que pasó y está pasando. En 2005 se consolida definitivamente el uso de los teléfonos móviles. Las cámaras digitales se imponen y mejoran imparables a un ritmo vertiginoso. Ya se sabe que el dispositivo que compres hoy estará pasado de moda en poco tiempo y habrán aparecido en el mercado unos cuantos modelos superiores. La palabra para describir la sociedad de la primera década del siglo XXI es precisamente vértigo. Los medios de comunicación y la tecnología se entrelazan y dan a luz un fenómeno de cultura de comunicación de masas nunca visto. La tecnología implacable a un precio accesible y las redes sociales, una explosión que define nuestra era. En el año 2011, eran subidas a Flickr un millón de fotografías diarias.
En 2010 nace Instagram. Mark Zuckerberg comprará esta pequeña empresa de menos de 15 empleados por un millón de dólares. En 2015, Instagram ya superaba los 400 millones de usuarios registrados, quienes comparten diariamente 80 millones de fotografías. Qué lejos quedaban ya las cifras registradas por Flickr.
El smartphone es la Kodak Brownie de nuestros días, pues la cámara incorporada en los teléfonos se ha hecho global, cósmica, absoluta, elevando la fotografía a un nuevo nivel de protagonismo en la comunicación de masas. Hoy todo el mundo puede y quiere: profesionales de la fotografía, artistas creativos, amateurs entusiasmados y cualquier hijo de vecino sin especial interés en el arte, todos ellos hacen fotos todos los días, las comparten en las redes sociales, comentan las que han hecho sus conocidos, las editan, las mueven por el universo digital. La fotografía de paisajes, gastronómica, de viajes, los retratos y la fotografía artística, todas ellas se multiplican cada día y viajan a través del mundo entero, directamente a tu smartphone. Un proceso inigualable, imparable e impredecible.
No obstante, aunque todos pueden `ser fotógrafos´ hoy en día, siempre existirá gente especializada y cualificada para cubrir todo tipo de eventos y reportajes. Por eso, si quieres fotógrafos para fiestas en Madrid, nos despedimos presentándote el portal de Zaask donde encontrarás a los mejores.
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